sábado, 15 de septiembre de 2012

17.000 años para Tiwanaku

Entre los monumentos que podemos admirar en Tiahuanaco destacan los restos de la pirámide de Akapana, la Puerta del Sol, dentro del gran complejo del Templo de Kalasasaya, el templete del Gran Idolo, y los palacios de Putuni, Laka-Kollu y Kheri-Kala. Observamos piedras de arenisca y basalto cuyos yacimientos no se encuentran en las inmediaciones, y que sugieren un difícil y sobrehumano transporte, tal vez desde kilómetros de distancia.
En la zona central de lo que constituyen las ruinas de Tiahuanaco encontramos dos conjuntos arquitectónicas conjuntos, uno es el Templo enterrado y el otro es el complejo denominado Kalasasaya, dentro del cual se encuentra la Puerta del Sol.
El Templo enterrado consiste en un hoyo de grandes dimensiones, rectangular, excavado a unos 2 metros de la superficie; el fondo mide unos 12 metros de largo por 10 metros de ancho y esta formado por grava dura y lisa; sus sólidos muros están tallados y ensamblados sin el uso de morteros.
Las técnicas de construcción y de unión de bloques de piedra mediante junturas metálicas son similares a las técnicas empleadas en Mesopotamia, en la arquitectura de los palacios asirios (relación con la antigua Sumer). Sobre los muros de este recinto también se pueden observar decenas de cabezas de animales esculpidas en piedra.
El Kalasasaya se encuentra al oeste del Templo subterráneo y tiene las dimensiones de un estadio de fútbol. Consta de una plaza y a un lado de esa plaza se extiende una sala cubierta. Plaza y sala son de una sola pieza tallada en roca. Kalasasaya significa “lugar de las piedras verticales”. La mayoría de estudiosos defienden que este recinto era una especie de observatorio celestial y su objetivo habría sido el de fijar los equinoccios y solsticios y establecer, con precisión matemática, las diversas estaciones del año. Según el estudio de diversas alineaciones astronómicas se había podido determinar que, el periodo de construcción del recinto Kalasasaya se remontaba a unos 17.000 años, es decir, en el 15.000 a.C.


Arthur Posnansky detallo en su libro, “Tiahuanacu: the Cradle of American Man”, los cálculos arqueológicos y astronómicos que lo condujeron a esa increíble datación de las ruinas. Según Posnansky esa cifra es el resultado de la diferencia en la oblicuidad de la eclíptica en el periodo en que fue construido el Kalasasaya y el actual.
Posnansky consiguió datar el Kalasasaya al establecer las alineaciones solares de ciertas estructuras claves que ahora aparecen desalineadas. El profesor demostró de forma convincente que la oblicuidad de la eclíptica en la época en que se construyo el Kalasasaya era 23º 8`48“. Cuando ese ángulo se calculo sobre el gráfico que elaboro la Conferencia Internacional de Efemérides, se comprobó que correspondía a la fecha del 15.000 a. C.
Recordemos que los científicos ortodoxos situaban dicha construcción en torno al año 500 de nuestra era.

En un elevado pilar de roca roja, dentro del Templo enterrado, se halla tallado un enigmático rostro que muchos investigadores han dicho que se trata de Viracocha. Tiene la frente despejada y los ojos grandes y redondos, nariz recta, una larga e impresionante barba y sus ropas consisten en una túnica larga y vaporosa, a ambos lados de la túnica se aprecia la sinuosa forma de una serpiente que se alzaba del suelo hasta alcanzar el nivel del hombro. Esta figura tallada mide aproximadamente 2 m. de altura y estaba orientada hacia el Sur, de espaldas a la antigua línea de costa del lago Titicaca.
Dentro del Kalasasaya existen dos gigantescas estatuas, una de ellas denominada El Fraile que mide unos 2m de altura y que representa a un ser dotado de unos ojos y labios inmensos que sostiene, en la mano derecha algo semejante a un cuchillo y en la mano izquierda algo parecido a un libro. De cintura para abajo la figura parece ir vestida con una prenda confeccionada con escamas de pez.
Todo parece indicar que El Fraile es la representación de un hombre pez imaginario o simbólico. Cierto es que una tradición local antigua se refería a los “dioses del lago, que estaban provistos de colas de pez, llamados Chullua y Umantua”. Esta tradición y esta figura nos recuerdan mucho a los mitos mesopotámicos sobre seres anfibios “dotados de razón” que habían visitado la tierra de Sumer en la remota prehistoria. El jefe de estos seres se llamaba Oannes, el Dios Pez, que era, por encima de todo, un civilizador, según nos explica detalladamente el escriba Caldeo Beroso.

Monolito El Fraile
El otro gran ídolo del Kalasasaya consistía en un importante monolito de andesita gris, de considerable grosor y unos 2,5 m. de altura. Su amplia cabeza se erigía sobre sus inmensos hombros, y su rostro, plano como una losa, mostraba una expresión ausente. Al igual que El Fraile, de cintura para abajo llevaba una vestimenta compuesta por escamas y símbolos de pez y también sostenía dos objetos no identificables en las manos.

Monolito Ponce
En Tiahuanaco existen dibujos de seres de pies palmípedos, con cuatro dedos y rodeados de discos refulgentes, de hecho, cuenta una leyenda que un barco espacial descendió de los cielos en aquella región. En el barco viajaba una reina de nombre Oryana. Su tarea en la Tierra consistía en convertirse en la madre de la Humanidad. Dio a luz a 70 niños terrestres antes de volverse al cielo. Oryana se distinguía de su prole porque poseía manos con cuatro dedos y sus pies eran como los de los palmípedos.
En el ángulo noroeste del Kalasasaya se encuentra la famosa Puerta del Sol, que consiste en un monolito de roca de traquito duro de color gris-verdoso formado por un solo bloque de 3,73 m de alto, 3,84 m de ancho, 0,5 m de espesor y pesa 12 toneladas. Parece representar una puerta entre ninguna parte y la nada. La obra de sillería representada en la roca es de extraordinaria calidad y las autoridades en la materia coinciden en que “es uno de los prodigios arqueológicos de las Américas”.
Su rasgo mas enigmático es el llamado Friso del Calendario que aparece esculpido en su fachada oriental. En el centro, el friso esta presidido por lo que los expertos consideran otra representación de Viracocha, o también lo denominan el “Dios-Jaguar” que en este caso representa su terrible faz de rey-dios capaz de invocar el fuego divino y lleva entre las manos un símbolo del trueno y el rayo.
Según Posnansky se trataría de un misterioso instrumento astronómico y, al mismo tiempo, de un calendario del año astronómico venusino. La adopción de tal calendario parece cuando menos misteriosa ya que el computo del tiempo basado en este planeta presupone cálculos harto complicados y mucho más sencillo y racional hubiera sido adoptar el calendario lunar, usado, además, por todos los pueblos. La verdadera razón para la adopción de este calendario venusino aun no es conocida pero no es descartable que fuera introducido por seres ajenos a la Tierra y cuyo origen fuera Venus.


En la tercera columna de la parte derecha se observa la cabeza de un elefante y esto es sorprendente pues no existen elefantes en América, aunque si habían existido en tiempos prehistóricos. Los miembros de una especie llamada Cuvieronius, un proboscidio parecido a un elefante que estaba dotado de colmillos y trompa, de aspecto extraordinariamente similar a los “elefantes” de la Puerta del Sol, habían abundado en la zona meridional de los Andes, hasta su repentina extinción hacia el 10.000 a.C.
Entre la multitud de figuras de animales esculpidas en la Puerta del Sol había también varias especies extintas. Una de ellas había sido identificada por los expertos como perteneciente al genero Toxodón, un mamífero anfibio bajo y grueso, dotado de tres dedos, que media casi 3 m. de largo y 1,5 m. de altura, parecido a un cruce entre rinoceronte y un hipopótamo. Al igual que el Cuvieronius, estos mamíferos habían prosperado en Sudamérica en el Plioceno tardío (hace 1,6 millones de años) y se habían extinguido a fines del Pleistoceno, hace unos 12.000 años.

Estos importante hallazgos vienen a corroborar las pruebas astro-arqueológicas que datan Tiahuanaco hacia finales del Pleistoceno, dejando obsoletos la cronología histórica ortodoxa y es que, el mamífero del genero Toxodon solo pudo ser copiado de un ejemplar vivo. Por consiguiente, el hecho de que el en friso de la Puerta del Sol aparezcan esculpidas nada menos que 46 cabezas de toxodontes viene a demostrar por lo menos, que la cronología oficial tiene que ser de nuevo revisada.

La caricatura de este animal, no solo se encuentra en la Puerta del Sol sino que aparece representada en numerosos fragmentos de cerámica de Tiahuanaco. Como dijimos, además del Toxodon, se determinaron otras especies extintas, en concreto, la Chelidoterium, un cuadrúpedo:

Y la Macrauchenia, animal similar al caballo moderno dotado de unas características patas con tres dedos:
En la costa peruana se encuentran algunas localidades que indudablemente tuvieron la influencia directa de Tiahuanaco. Y en ellas, en 1.920, el profesor Julio Tello descubrió jarrones en los que había llamas pintadas, pero estas no tenían la pezuña partida en dos como se conocen en la actualidad sino que tenían cinco dedos y la ciencia sabe que realmente esas llamas de cinco dedos existieron en aquella región, así como caballos y bovinos de igual característica, pero ello en una remota prehistoria. Julio Tello, para más demostración también descubrió enterrados esqueletos de estas llamas de cinco dedos.

Pero algo súbito ocurrió en aquella región y todo quedo detenido en un segundo eterno. De hecho, la Puerta del Sol no se había completado. Ciertos aspectos inacabados del friso indican la posibilidad de que hubiera sucedido algo trágico e inesperado que habría obligado al escultor, según Posnansky, a “soltar su cincel para siempre en el momento que se disponía a dar los últimos toques a su obra”.
En dos paredes que indican el camino hacia la Puerta del Sol sobresalen de las mismas una serie de caras esculpidas. Según cuentan las leyendas, Viracocha, habría esculpido y dibujado en una gran piedra todas las naciones que se proponía crear. Las caras esculpidas en estas paredes no eran realmente indias, ni eran todas iguales, como habría sido normal en una hilera de esculturas ornamentales; en realidad, no habían dos que se pareciesen.
Allan y Sally Landsburg en su libro “En busca de antiguos misterios” opinan que: “las caras que se hallaban próximas a la Puerta del Sol parecían copiadas del natural. Había frentes altas y bajas, anchas y estrechas. Ojos saltones, ojos rasgados, ojos hundidos, ojos oblicuos. Pómulos salientes y pómulos hundidos, etc…”. Muy bien este conjunto de esculturas pudieron ser, tal y como nos cuenta las antiguas fábulas incas : “ todas las naciones que Viracocha se proponía crear”.
Podemos entender también que, estas esculturas representaran los tipos humanos existentes en el mundo en aquellos momentos. En todo caso, esta idea nos da a entender que, el escultor tenia conocimientos amplios sobre esos tipos humanos y ello presupone unas comunicaciones a nivel mundial.
En Tiahuanaco hay una colina artificial de unos 15 metros de alto que es conocida como la pirámide Akapana y esta perfectamente orientada hacia los puntos cardinales y mide unos 210 metros en cada lado.
Esta pirámide fue utilizada a modo de cantera por los constructores de La Paz y ahora tan solo quedan un 10 % de sus bloques originales. En sus entrañas, los arqueólogos han descubierto una compleja red de canales de piedra zigzagueantes, que estaban revestidos de hermosos sillares. Es evidente que la función de este complejo hidráulico era eminentemente práctica.
Otro posible legado de “los viracochas” reside en la lengua que hablaban los indios aymaras locales, una lengua que algunos especialistas consideran la mas antigua del mundo. En la década de 1980, Ivan Guzman de Rojas, un científico boliviano especializado en informática, demostró de modo casual que la lengua aymara no solo era muy antigua, sino que se trataba de un “invento” que había sido creada de forma intencionada y muy hábil.
Uno de sus rasgos más interesantes es el carácter artificial de su sintaxis, rígidamente estructurada y poco ambigua, hasta el extremo de resultar inconcebible en una lengua “orgánica” normal. Esta estructura sintética significa que el aymara podía transformarse sin dificultad en un algoritmo informático destinado a ser utilizado para traducir de un idioma a otro.
Cuando el etnólogo estadounidense L. Taylor-Hansen visito una tribu de pieles rojas apaches asentados en Arizona descubrió unos datos muy interesantes. El etnólogo mostró a sus huéspedes una fotografías de pinturas egipcias y en una de ellas, los apaches reconocieron a una de sus divinidades y a la que dedicaban sus bailes folklóricos, era el “Señor de la Llama y de la Luz”, y lo más sorprendente es que, aquel Dios vivía en el recuerdo de estos indios con su mismo nombre mediterráneo, Ammón Ra.

Aquello no era más que el principio de una serie de revelaciones a las que hicieron de puente dos números sagrados, el 8 y el 13, los que constituyen precisamente la base del calendario venusino ( La relación que indica las revoluciones efectuadas durante el mismo periodo por la Tierra y Venus en torno al Sol se expresa como 8:13, es decir, que la Tierra lleva a cabo 8, mientras que Venus cumple 13).

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